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Cuando vemos al alguien minusválido, por lo general observamos algunos dones en ellos que se convierten en renglones de compensación a su déficit físico.  En eso vemos la gloria de Dios sobre esas personas.

Pero, mirando también en las personas sin limitación, enfrentamos una doble ruta de como canalizar ese poder que adquirimos con ello.  Es de usarlo con toda intención de mercadearlo en nuestro favor; o canalizarlo para que sea de bendición a otros.  

Y no estamos hablando de los que se ganan el pan nuestro de cada día con el arte de su don, sino de cómo lo comparten ante diferentes situaciones que enfrentan.  Un cantante por ejemplo, tiene oportunidad de ofrecer su cantar para Dios, quien le dio el don, frente a muchas personas y llevar estos a que lo hagan suyo y todos se unan en ese precioso momento.  Esto puede ser posible medie o no una paga.  Esto va a depender de las circunstancias, tal vez frente a niños ciegos o huérfanos que jamás habrían de pedirle una oportunidad como esa con una compensación.

Y hablando de niños, ¿cómo olvidar el privilegiado aquel que entre una multitudinaria reunión había llevado una merienda o mejor dicho una comida?  ¿Sabes que hizo?  La puso en las manos de Jesús.  Ese es el secreto.  Cuando hacemos esto lo que está en nuestras manos se multiplicapara muchísimas personas.  ¡Hay que compartir!

Nombre

Se dice que el nombre es la palabra que designa y distingue a una persona o cosa.  Por ejemplo Adán significa “varón”,  Eva “mujer” y Abel “hálito”.  En el pasado se le ponía nombre a un hijo o hija en base a lo que éste significaba en el embarazo de su madre o al momento de nacer.  También significaba el deseo que se tenía del logro que éste pudiera obtener.  Así que en una cultura nómada se le ponía el nombre del lugar en que nacía la criatura o lo que se quería que el tal alcanzara en el devenir del tiempo.  Se quería que el nombre que se le asignaba fuera una oración de bendición que se extendía sobre él o ella.  Cada vez que alguien mencionaba su nombre pronunciaría una oración a su favor o daba un testimonio favorable de parte de Dios hacia este.

Hoy se da gloria a cualquier cantante aunque sea un satanista, por ejemplo.  Hay quienes han sido tan osados que hasta han nombrado a su hijo con el nombre de Satanás, naturalmente que querían mandar un mensaje con eso. 

Esto contrasta con la enseñanza de Dios quien cambió el nombre a Jacob que significa “engañador” por Israel que es “Príncipe de Dios”.  E l pueblo de Israel es conocido por ese nombre.  Pero todavía muchos padres siguen con aquello de:  Esculapio, Plutarco, Telemaco, Delgadino, Abundio, Beremundo, Nepomuseno, etc… La hermosa profecía de Isaías, setecientos cincuenta años antes, dijo: “Porque un niño os es nacido, hijo os es dado, y el principado sobre su hombro y será llamado su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz…”  Ese es Jesús.