Ejército

Cuando hablamos de ejército, hablamos de personas, hombres y mujeres acuartelados y entrenados.  Nos referimos a todo ese caudal de equipo bélico  que disparan y explotan armas, arrojando municiones y otras piezas de mayor tamaño; éstas destruyen y desarticulan al enemigo.  En otras palabras, un equipo para matar y destruir.

Así que podemos pensar y ver el cuadro de Napoleón y Hitler entre otros.  En todos ellos la cosa más importante es la toma del poder.

Jesús de Nazaret, el rey líder por excelencia de las edades, enfrentó un mundo agitado; había que enfrentarlo.  Veamos sus palabras: “no he venido para traer paz si no espada”.  Los que creyeron en El le siguieron.  Vieron espadas y sangre correr, pero, en sus cuerpos, no infringieron heridas a nadie, tampoco Jesús, su líder.

Entonces, ¿qué guerra?  Esto se peleó con Su palabra, eso es su espada.  El Nazareno formó un ejército llamado Iglesia para estar en pie de paz.  Esto lo profetizó más de quinientos años antes el profeta   Isaías: ”¡Cuán hermosos son los pies sobre los montes del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice: “¡tu Dios reina!” Ese es el mensaje que recibe la Iglesia, que vive y está parada en pies de paz.