Los fieles creyentes tenemos una relación con Dios enfocada en Jesucristo, de tal modo que vemos al Padre a través del Hijo, en la comunión del Espíritu Santo. Esto por el manto de su sangre de redención que Jesús ha colocado entre el Padre, a favor nuestro ¡Gloria sea a Él! Así que vemos al Padre sólo a través de Cristo nuestro Señor. Mirando a Jesús en la cruz y oírlo en la cuarta expresión o queja en que pronunciara: “Padre mío, ¿por qué me has desamparado?” Por un instante, con gran reverencia “miramos y oímos” al Padre, su empatía y hablar… De seguro habríamos escuchado…
Si no quito mis ojos, por un momento
¿A dónde iría a parar mi santidad?
Si así no fuera, ¿cómo entender el tormento,
De la condición del hombre y su pecar?
Si no cierro mis ojos en este instante
Y no vuelvo mi rostro del todo hacia un lado,
¿Cómo podría a Ti mismo mostrarte
Todo tu alcance como Mi Sacrificado?
Si no muestro lo grande de ese alcance
Ante los hombres y demonios que esto observan
Jamás se arrojaría del todo el balance.
¡Cómo taladraría el pecado sin fronteras!
No fue sólo la mirada que te quité
Pues mis oídos también los cerré
Es como retirar toda Mi Misericordia,
Como arrancar toda Mi Paz y Mi Concordia.
Pasará este proceso, este momento
Los siglos que han esperado, alabarán
Y los milenios y milenios que luego vendrán,
Aplaudirán la gloria de este, SILENCIO…