SÍ…

a-sentenca-de-cristo[1]

Los fieles creyentes tenemos una relación con Dios enfocada en Jesucristo, de tal modo que vemos al Padre a través del Hijo, en la comunión del Espíritu Santo.  Esto por el manto de su sangre de redención que Jesús ha colocado entre el Padre, a favor nuestro ¡Gloria sea a Él!  Así que vemos al Padre sólo a través de Cristo nuestro Señor.  Mirando a Jesús en la cruz y oírlo en la cuarta expresión o queja en que pronunciara: “Padre mío, ¿por qué me has desamparado?”  Por un instante, con gran reverencia “miramos y oímos” al Padre, su empatía y hablar… De seguro habríamos escuchado…

Si no quito mis ojos, por un momento

¿A dónde iría a parar mi santidad?

Si así no fuera, ¿cómo entender el tormento,

De la condición del hombre y su pecar?

Si no cierro mis ojos en este instante

Y no vuelvo mi rostro del todo hacia un lado,

¿Cómo podría a Ti mismo mostrarte

Todo tu alcance como Mi Sacrificado?

Si no muestro lo grande de ese alcance

Ante los hombres y demonios que esto observan

Jamás se arrojaría del todo el balance.

¡Cómo taladraría el pecado sin fronteras!

No fue sólo la mirada que te quité

Pues mis oídos también los cerré

Es como retirar toda Mi Misericordia,

Como arrancar toda Mi Paz y Mi Concordia.

Pasará este proceso, este momento

Los siglos que han esperado, alabarán

Y los milenios y milenios que luego vendrán,

Aplaudirán la gloria de este, SILENCIO…

 

 

JUSTICIERO

José Doroteo Arango Arámbula.  ¿Lo conoces?  ¿No conoces al centauro del norte?  ¿Y a Francisco Villa?  ¿Te suena?… Bueno, yo sé que sí conoces a Pancho Villa.  ¡Ahora sí que estamos de acuerdo!  Estamos hablando del revolucionario que combatió entre otros, contra el presidente Victoriano Huertas.  Realmente enfrentó a muchos.  Hasta al presidente de Estados Unidos y a un famoso militar que le decían “Black Jack Pershing”, que luego dirigió la Segunda Guerra Mundial, junto a diez mil hombres.  Estos no dieron con él.  Todo a pesar de que entraron seis kilómetros adentro del territorio mejicano.  Pancho Villa no respetó frontera e incursionaba en ese gran país, coloso de Norteamérica.

De 1911 a 1920, este señor fue un símbolo terrible para el gobierno de su país.  Acompañado de sus “villistas”, se apoderaron de tierras de los hacendados para darlas a los campesinos y soldados.  Se apoderó de trenes para utilizarlas en su causa.  También de dinero del erario público, dominando a Méjico.  Su vida de bandolero estuvo llena de asesinatos, encarcelamientos y fugas de cárceles.

Todo comenzó cuando se hizo fugitivo por un hecho cometido en 1894.  Estuvo en las montañas hasta 1910, hasta que fue rescatado por una pandilla de bandidos, encabezados por un señor de nombre Pancho Villa.  A éste se unió como delincuente, asaltando por todos lados.  El verdadero Pancho Villa fue herido gravemente y en su agonía, nombró a este leal compañero como jefe del grupo.

Inmediatamente este salió hacia la finca de Agustín López Negrete, a quien él mismo había matado.  Allí estaba el cuñado del muerto quien le buscaba para darle muerte.  Allí le mató a él y a todos  los demás.  Desde allí salió como justiciero en favor de la clase obrera, que desafortunadamente estaba fuertemente explotada.  En su gama de tareas, fue gobernador de Chihuhaua de 1913-1914.  En el 1923, cuando aún buscaba posiciones y poder, camino a una fiesta en Parral, fue emboscado, aquel que nació en Durango, el 5 de julio de 1878.

¿Cuál debe ser la primerísima razón para nuestras realizaciones en la vida?  La justicia.  Pero no esa que parte de nuestros criterios tantas veces deformados, si no aquellos que parten de la justicia de Dios, manifestada en Jesucristo.  Lo demás es perversión, locura, pecado.  Hay que ir a Dios.