EXTENDER

abismo
Había un chico en una aldea, que después de una gran lucha llegó a ser ministro, un pastor evangélico. Quien le ayudó en sus estudios fue el zapatero de su aldea. Este era un hombre apasionado por el estudio y la lectura, era buen pensador y había hecho mucho por el chico.
A su debido tiempo aquel fue ordenado. Ese día el zapatero le dijo: “siempre desee ser ministro del evangelio, pero las circunstancias de mi vida lo hicieron imposible. Pero tú has logrado lo que estuvo cerrado para mí. Quiero que me prometas algo, que me permitas hacer y arreglar tus zapatos por siempre, sin pagarme nada. Quiero siempre llevarte a todo lugar. Así que cuando subas a un púlpito, lleves esos zapatos puestos, yo estaré allí contigo. Como se dice: “estar en los zapatos de otro, algo así como en el pellejo de otro”. Es que el zapatero quería servir a Dios, lo mismo que el predicador, pensaba efectivamente que un día la recompensa sería la misma. El joven gustosamente dijo, sí. Había entendido lo que es hospedar, recibir a otro en su corazón.
Jesús dijo: “el que reciba a vosotros, es como si me recibiera a mí y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”. Cuando Jesús dijo estas palabras, lo hizo frente a gente que sabían lo que eso significaba, por su profundo sentido de hospitalidad y servicio. Estos vivían en lugares en que constantemente hacían viajes por zonas desérticas, que dependían de ese hospedarse. El escritor de la epístola de los hebreos, capítulo 13:2 dice: “no os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. Ellos eran hospitalarios, ¡cuánto más con la esperanza de in día, sin saberlo hospedar uno de éstos!
Ellos creían que al recibir un mensajero de una persona, era como recibir a la persona misma. El recibir con amor al mensajero de un amigo, era lo mismo que recibir al amigo mismo. Los rabinos decían: “el que da hospitalidad a los sabios, es como si trajera las primicias a Dios”.
¡Qué triste hoy que la mayoría, al menos acá en occidente, cada uno tiene buen techo, ropa y comida y asume que todos los demás también! Pero hay que buscar conocer de los desnudos en tantas partes del mundo. Las agencias misioneras de los concilios de las iglesias del orbe, siguen realizando esa tarea. Busquemos el mejor contacto y hagamos nuestra parte. Es un deber y una satisfacción.

Nazaret

Jesús nació en Belén de Judea y se crió en Nazaret. Esta ciudad pequeña en las montañas no se menciona en el Antiguo Testamento. Su significado es “torre de atalaya”. En los tiempos de José y María se le llamaba aldea, en ese bello lugar de la sierra del Líbano. No tenía fama si no de un lugar poco importante. De hecho cuando Nataniel conoció que Jesús era de allí, preguntó en forma despectiva: ¿Podría salir algo bueno de Nazaret?

Nazaret estaba en un valle en medio de las colinas al sur de Galilea, alguien que sube a sus lados vera las aguas del mediterráneo y sabemos que de allí, hacia los confines de la tierra. También desde ese lugar se domina la ruta hacia Damasco y hacia Egipto, puente terrestre con África, una de las rutas más importantes del mundo.

Por ahí recorrió José hacia Egipto, la misma que recorrió Alejandro Magno. También la tomo Napoleón Bonaparte. Se llamaba “El camino del sur” o “El camino del mar”. Desde ese lugar se tomaba también la ruta hacia Tolemaida, hacia el Imperio Romano era importante Nazaret… de la región de Galilea,  y si no lo era, guardo su importancia para que José, esposo de María, estableciera su casa y su taller de carpintería. Para él y para nada más y nada menos que Jesús… Jesús que vino de la eternidad, para la tierra, para ti, para mí y para la eternidad, amen.