Sabemos que cuando usamos este término, además de exagerar hacia lo grande, lo hacemos también hacia lo pequeño, pues el asunto está en ir más allá de lo que conocemos como algo normal.
Sólo Dios conoce lo que para nosotros sería hiperbólico, pero que para El es común. Es que su grandeza sólo puede entender, entre otras cosas los años luz para medir las distancias entre los cuerpos del universo en el ámbito sideral.
El apóstol Pedro quedó con la boca abierta cuando preguntó a Jesús cuántas veces debía perdonar a un hermano, que le ofendiera en un día. El conocía que debía ser siete al máximo. Me parece a mí que siete son muchas veces en un día. Jesús mirándole con mucho amor le dijo que no sólo siete, sino setenta veces siete. Esto parece una exageración pues si siete parece muchas veces, imagine cuatrocientas noventa; El quiso decir siempre.
La Biblia dice que en el cielo, un día es como mil años y mil años es como un día. Hay un cuento que narra de un hombre avaro. Le pidió a Dios un chavito, sabiendo que sería un millón de dólares. Dios le respondió: “espérate un minutito”…