Hay una tendencia de muchas personas de unirse a una religión. Se esperan cosas buenas de alguien que pertenece a uno de esos grupos. Se sabe que éstos requieren a su gente, fidelidad a ciertos principios sanos y justos. No obstante otros los desprecian y los tildan de “fanáticos” o exagerados en el cumplimiento de lo que ellos creen.
Tal es el caso de un grupo de judíos, de los tiempos de Jesús, con un comienzo muy antiguo a El. Se trata de los Esenios. El histórico escritor judío Josefo dice de ellos: “son eminentes en su fidelidad y son ministros de paz”. Su palabra normal era como un juramento fiel a la verdad. De hecho evitaban el juramento y lo consideraban peor que el perjurio. Decían que quien tiene que jurar para que se le crea, se auto condena.
Hay otro grupo religioso en la historia que tenían una alta credibilidad eran los cuáqueros europeos. Estos eran una secta de cristianos evangélicos originados en el puritanismo. Su fundador fue Guillermo Fox en el siglo diez y siete. Quaker significa temblador. Le apodaron así por tener el hábito de manifestar su inspiración religiosa por medio de los temblores. No admitían rituales, ni prestaban juramentos, detestaban las guerras, tuteaban a todos y no rendían honores a las autoridades. Se recuerda a su fundador por la palabra bíblica “verily” (de cierto). Este fue comerciante y la gente con quien se relacionaba decía que cuando este señor usaba esa palabra, se podía confiar a ciegas.
Hoy se toma con pinzas lo que dicen muchos religiosos. Sin embargo creo que se necesita un tanto de los principios que tuvieron esa gente. No obstante creo que hay una ruta mejor. Es ser cristiano, verdaderamente cristiano. Nacido en Cristo, desarrollado en El, operar en El y llegar hasta el fin de la jornada en El. El cielo será su final.